Contar con un seguro para casas en arriendo o segundas viviendas no solo protege la propiedad frente a daños inesperados, sino que también entrega tranquilidad y respaldo ante conflictos o emergencias.
El mercado inmobiliario ha crecido de manera sostenida en los últimos años. Cada vez más personas optan por comprar propiedades u luego arrendarlas como una forma de inversión o adquieren una segunda vivienda para vacaciones, descanso o arriendo temporal.
Sin embargo, tanto propietarios como inquilinos suelen pasar por alto un elemento fundamental: el seguro de hogar adecuado para estas situaciones. Contratar el seguro correcto es clave para evitar pérdidas económicas y conflictos legales.
Cuando se arrienda una propiedad, los riesgos son compartidos entre el propietario y el inquilino.
Para el dueño, la casa representa un activo importante y para el arrendatario es su hogar, el cual también necesita protección.
El seguro para propietarios suele incluir coberturas por incendios, daños estructurales, robos y responsabilidad civil frente a terceros. Esto último es especialmente importante en edificios y condominios, donde un daño en una unidad puede afectar a vecinos.
Además, si la propiedad queda inhabitable por un siniestro, algunos seguros cubren la pérdida de arriendo, compensando al propietario por los ingresos que deja de percibir mientras se realizan las reparaciones.
Por su parte, el inquilino también puede contratar un seguro que cubra sus bienes personales dentro de la propiedad, como muebles, electrodomésticos y objetos de valor.
En caso de robo o daños, estas pertenencias estarán protegidas, evitando desembolsos inesperados y posibles disputas con el propietario.
Una segunda vivienda, como una casa en la playa o en el campo, enfrenta riesgos adicionales. Estas propiedades suelen estar desocupadas por largos periodos, lo que las hace más vulnerables a robos, ocupaciones ilegales o daños no detectados a tiempo, como filtraciones o fallas eléctricas.
Para este tipo de inmuebles, se recomienda un seguro que incluya vigilancia y mantenimiento preventivo, así como coberturas por daños accidentales, fenómenos climáticos y responsabilidad civil.
Debido a eso, muchos propietarios optan por arrendar estas casas durante ciertas temporadas, lo que implica un uso intensivo en cortos periodos y, por lo tanto, mayor exposición a daños.
Por ello, el consejo es siempre informar a la aseguradora si la vivienda se utiliza como segunda residencia o si se arrienda eventualmente. Esto permitirá ajustar la póliza a la realidad de uso y evitar problemas en el momento de un siniestro.
Tanto propietarios como arrendatarios deben entender que asegurar una vivienda no es un gasto, sino una inversión en protección y tranquilidad. Con un seguro adecuado, se pueden evitar conflictos, gastos inesperados y pérdidas cuantiosas.
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