Un seguro de hogar no reemplaza la mantención, la prevención ni el sentido común. Está diseñado para protegerte de lo imprevisible, no de lo evitable.
Tener un seguro de hogar es una de las mejores decisiones financieras que puedes tomar. Te protege ante incendios, robos, sismos y hasta daños por agua, pero ojo: una póliza no es una solución mágica.
Hay ciertos daños y situaciones que ningún seguro cubrirá, por mucho que desees que lo haga. Y no porque las aseguradoras no lo permitan, sino porque la ley y la lógica del riesgo tienen límites claros.
Aquí te contamos, con ejemplos reales y consejos útiles, cinco cosas que tu seguro de hogar no cubre (y cómo puedes prevenirlas).
Si alguna vez te has preguntado “¿el seguro de hogar cubre plagas?”, la respuesta es simple: no.
Las aseguradoras consideran la presencia de insectos o roedores como un problema de mantención y saneamiento, no un evento fortuito.
Las termitas que destruyen un mueble o las hormigas que invaden tu cocina no son un accidente repentino, sino un proceso que pudo prevenirse.
¿Cómo prevenirlo?
Otra duda muy común es si el seguro de hogar cubre humedad o goteras. La respuesta depende: si la filtración se produce por un daño repentino, como una cañería rota, probablemente esté cubierta.
Pero si se trata de humedad acumulada por años, moho en paredes o techos dañados por falta de mantención, el seguro no pagará.
¿Cómo prevenirlo?
Pintura descascarada, pisos que se levantan o electrodomésticos que se queman por antigüedad no califican como siniestros.
El desgaste natural se considera un proceso previsible, no un evento inesperado. Tu póliza protege frente a imprevistos, no frente al paso de los años.
Cómo prevenirlo:
Ningún seguro de hogar cubrirá daños causados deliberadamente, ya sea por el dueño, un familiar o alguien autorizado a estar en la vivienda.
Tampoco se cubrirán daños por negligencia grave, como dejar velas encendidas o manipular fuego cerca de materiales inflamables.
Cómo prevenirlo:
Si tu póliza exige rejas, alarma o cerraduras reforzadas y no las tienes, podrías perder la cobertura por robo. Las aseguradoras pueden rechazar un siniestro si consideran que el daño se debió a una falta de cuidado razonable o incumplimiento de contrato.
Cómo prevenirlo:
Si quieres evitar sorpresas, revisa tu contrato, haz mantenimiento periódico y mantén un registro fotográfico del estado de tu vivienda.
Así, cuando realmente necesites tu póliza, funcionará como debe: para salvarte de un imprevisto, no de una negligencia.
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